jueves, 17 de marzo de 2011

La astrología ante los "avances de la ciencia".

La Ciencia es para mí como una mujer con la que tuve una historia en el pasado, que aún me atrae y existe mucha afinidad, pero que a veces dice cosas que me hacen pensar "por eso sólo somos amigos".

 Es curioso ver cómo la ciencia de los últimos cien años se ha dedicado a contradecir lo que se pensaba en siglos anteriores y, en cambio, empieza a dar la razón a conceptos que han estado presentes en tradiciones filosóficas o religiosas milenarias; algunos podrán pensar que lo que sucede es que aquellas eran simbólicas, y que ahora se están fundamentando los conceptos con el lenguaje de la ciencia, las matemáticas... y sin embargo, por ahí los Sumerios sabían de la existencia de los planetas exteriores y también algunas de sus características físicas que sólo con el proyecto "voyager" se pudieron verificar. Como sea, se augura un día en el que la ciencia y la espiritualidad hablarán el mismo idioma (esa confluencia la expuso Michael Talbot en su libro "Misticismo y física moderna" a finales del siglo pasado).

 El problema es que hay gente (que no sé como definirla para ser preciso sin resultar ofensivo), que sólo busca algún nuevo acontecimiento en la ciencia para tratar de atacar y ridiculizar algo que no le gusta pero que tampoco conoce. Tal es el caso de quienes quieren hacer eso con la astrología, suponiendo que las nuevas convicciones en la astronomía deben ser aplicables en aquella.

 Antes de continuar, me gustaría aclarar algo para quienes no me conocen o no me han leído lo suficiente: cuando hablo de la ciencia, sea a favor o en contra, es con conocimiento de causa, pues independientemente de aquello a lo qué me dedico hoy en día, tengo una formación científica encausada a la investigación. Una vez hecha esa aclaración, continuaré con lo que estaba comentando...

 Lo que está pasando recientemente, respecto a los astros y los signos, es un problema de "forma vs fondo". El Fondo es esencia, y la esencia simplemente ES, y poco le importa lo que la Forma tenga que decir. Por su parte, LA FORMA ES NUESTRA MANERA DE TRATAR DE INTERPRETAR LA ESENCIA, y como bien decía Platón: el que interpreta degenera. La astrología puede ser observada únicamente desde un punto de vista simbólico, y en ese sentido todos sus elementos buscan ayudarnos a usar el conocimiento que existe en esa esencia universal (llámenle como quieran) para buscar el autoconocimiento y el autocontrol (cualquier otro uso, obedece a intereses de otro orden). 

 Los signos del zodíaco sólo sirven para hacer más sencilla (y quizá divertida) nuestra posición en una circunferencia de concepción geocéntrica, tomando como punto de partida el equinoccio de primavera, que sí es cierto que se va moviendo, pero créanme que todos estaremos bien muertos antes de que yo pase de ser piscis a ser aries. Lo que importa es que dentro de esa circunferencia yo nací en los 333 grados, y las posiciones de todos los demás elementos (astros o conceptos) son como manecillas de un gran reloj cósmico que además me dan características potenciales [revisar otras entradas de mi blog para más detalles sobre mi manera de interpretar (y degenerar) la astrología].

 A una persona que se reconoce en la descripción de una carta natal poco le importa si la mitología greco-romana lo llama Sagitario, o si los astrónomos del siglo veintiuno lo llaman Ofiuco, o si los mayas lo llaman Cutz (pavo real), o si para los celtas es Fresno; a una pareja que ve como un desconocido puede inferir problemas en la relación y la manera de optimizarlos con argumentos lógicos a partir de la personalidad de cada uno de ellos, poco les importa si Plutón es planeta o planetoide.

 Así que dejen de confundir "la gimnasia con la magnesia", y quienes no den un centavo por la astrología apliquen lo que dice el dicho: "agua que no has de beber, déjala correr"...

...no cabe duda que los dichos de los viejitos son evangelios chiquitos ;-)


 Hasta la próxima.